CÓMO EVITAR LA RUTINA EN PAREJA

CLINICA HEDNER VALLADOLID

Cuando una persona lleva trabajando veinte años en la cadena de montaje de una fábrica, se habitúa a la rutina, a los mismos movimientos, mismos ritmos, mismas reacciones, hasta tal punto que es capaz de automatizar lo que hace, y realizar otras actividades al mismo tiempo, como hablar con compañeros o pensar en qué va a prepararse de cena al llegar a casa.

Con las parejas puede suceder algo similar. Hay parejas que llevan veinte años y que han automatizado muchas interacciones entre ellos. Eso no supone nada malo per se, pero sí que se convierte en algo negativo cuando esas automatizaciones conllevan una deshumanización. Es decir, cuando algo espontáneo como una caricia, una forma de comunicar una emoción, una broma o un juego se convierten en conductas frías, robotizadas e incluso realizadas por inercia, todas esas conductas pasarían a tener un significado distinto, que podría promover la irritabilidad, la tensión y crear un clima de estrés dentro de la pareja. Fomentar un clima de convivencia así es algo opuesto al fin con el que emitimos dichas conductas, que no es más que crear o mantener un vínculo afectivo.

Las parejas no son cadenas de montaje a las que acostumbrarse con cierta resignación; esa es la gran ventaja y el gran margen que tenemos para actuar. Un determinado puesto en una cadena de montaje supone una pieza más del engranaje, pero una pareja es el engranaje completo. Mientras que no tenemos más remedio que habituarnos a una determinada tarea en algunos trabajos o cualquier otra circunstancia vital, en la pareja tenemos control sobre las dinámicas, las interacciones, la forma de relacionarnos… en definitiva, tenemos control sobre el propio porvenir de la pareja.

¿Rutina o rituales?

Supongamos una pareja que realiza la misma actividad todos los días, de la misma forma, a la misma hora, ¿sería éste un indicador de que la pareja ha caído o está empezando a caer en la rutina? No, en absoluto. De hecho, podría dar a entender que la pareja goza de buena salud. Lo que determina que algo es rutina o que algo es un ritual es el valor simbólico de nuestras acciones. Por ejemplo, si ambos miembros de una pareja desayunan todos los días juntos antes de ir al trabajo, y cuando terminan el café se permiten diez minutos en los que se acurrucan en el sofá mientras ven las noticias, se ríen, se miran y afrontan el día con un plus de positividad, estaríamos hablando de un ritual, que además tendría mucho valor dentro de la dinámica de pareja. Por el contrario, en una situación muy similar, si ambos desayunan juntos, cada uno a cada lado de la mesa, no se miran, sólo miran la televisión, terminan de desayunar y se van diciendo “te veo luego”, todos y cada uno de los días, ahí el significado de las acciones es muy distinto.

¿Espontaneidad o caos?

La Sexología de Bares está muy (demasiado) presente en la vida cotidiana. Los consejos sexológicos sin base alguna están a la orden del día y esto, cómo no, también sucede cuando hablamos de la rutina en las parejas. Consejos como “tienes que dejarte llevar”, “tenéis que relajaros”, “haced cosas nuevas”… son bastante frecuentes. Pero hay algo con lo que no se suele contar, y es con que cada persona es única, tiene una forma de ser, una forma de percibir a las otras personas y de estar en el mundo, con lo que dos personas distintas que se unen formando una pareja, obligatoriamente hacen que esa pareja sea única. Es importante recordar esta diversidad dentro de las parejas porque puede haber casos, por raro que parezca, en los que ambos miembros de una pareja se sientan cómodos teniendo una vida sin muchas variaciones, sin cambios y con mucha estabilidad, o casos en los que dos personas no tengan mucho margen para realizar conductas espontáneas porque, simplemente, no son espontáneos ni les atrae especialmente la espontaneidad.

En el caso de personas que no necesiten de conductas espontáneas, o al menos no de una espontaneidad exagerada, los consejos anteriormente comentados que van en la línea de hacer cosas nuevas, romper con todo, hacer de cada día un día totalmente distinto del anterior, etc. serían percibidos como consejos poco útiles. De hecho, a todo aquel que le guste llevar una vida sin grandes altibajos, el fomento de la espontaneidad como actitud puede ser percibido como un caos, como algo forzado que va en contra de su propia filosofía de vida. Es decir, no se puede penalizar a todo aquel que desea vivir una vida estable y sin cambios, ya que es otro hecho más de diversidad.

Comunicación y expectativas

No es raro que haya parejas que, pasado un tiempo, se den cuenta de que no tienen la misma concepción de cómo tienen que relacionarse y llevar sus vidas. No es raro conocer a un chico o chica tiene unas expectativas de vida que consisten en explorar, indagar, arriesgarse, no conformarse, cambiar… y tampoco es raro conocer al chico o chica que se siente bien teniendo un trabajo estable, viviendo en el mismo sitio, realizando actividades periódicamente (gimnasio, clases de baile…). Pero tampoco es raro encontrar que ambos perfiles formen parejas, ni tampoco lo es el que no hablen de cómo esperan que sean sus vidas juntos. En casos así, sí hay mucho que hablar, porque cuando no se habla de las discrepancias que hay, puede que demos por sentadas muchas cosas acerca del otro.

¿Fórmulas mágicas?

Ojalá… pero sí que hay tres pinceladas que podemos tener en cuenta a la hora de evitar la rutina en una pareja:

  • No existe un único tipo de pareja, la evolución de cada pareja será única y estará en función de los miembros y la propia concepción de ambos de cómo ha de ser esta unión.
  • Los estímulos nuevos atraen más porque aún no estamos habituados a ellos. Pero, si incorporamos novedades a nuestras vidas en pareja, es importante incorporar novedades que resulten atractivas para los dos y que vayan con nuestra personalidad y forma de entender la vida.
  • Indagar en qué tipo de relación nos gustaría tener y comunicar nuestro/a compañero/a qué creemos que puede mejorar nuestra vida en pareja son ejercicios de comunicación que siempre suman.

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Fuente: Alberto Álamo Díaz / Rosa Montaña de CLINICA HEDNER
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